Ahora Veo
"Si usted se dispone en las manos del Señor Jesús, hará lo que sea necesario."El año 2020 cuando el mundo entero vivió la pandemia, irónicamente era el año que se anticipaba como el año de la vista perfecta (2020). Muchos profetas muy conocidos auguraban un año hermoso y perfecto para la iglesia y la economía. El Ejército también tenía un Congreso que se llamaba VISIÓN 2020. Sin embargo fue el peor año de la historia moderna. Estábamos todos ciegos y aun los científicos y los médicos estaban tratando a los enfermos a ciegas. Experimentaban con tratamientos, medicinas y tubos a ver a cuántos salvaban. Hasta se decía que dejaban morir a los viejos para salvar a los mas jóvenes. Qué tristeza, ¿no?
La Biblia tiene una historia de un hombre que tampoco tenia visión. Veremos en Juan 9:1–12 (NVI) que lo que nuestro Señor Jesús hizo en este hombre.
1 A su paso, Jesús vio a un hombre que era ciego de nacimiento. 2 Y sus discípulos preguntaron: “Rabí, para que este hombre haya nacido ciego, ¿quién pecó, él o sus padres?” 3 No está así debido a sus pecados ni a los de sus padres”, respondío Jesús, “sino que esto sucedió para que la obra de Dios se hiciera evidente en su vida. 4 Mientras sea de día, tenemos que llevar a cabo la obra del que me envió. Viene la noche cuando nadie puede trabajar. 5 Mientras esté yo en el mundo, luz soy del mundo”.
6 Dicho esto, escupió en el suelo, hizo barro con la saliva y se lo untó en los ojos al ciego, 7 diciéndole: “Ve y lávate en el estanque de Siloé (que significa ‘Enviado’)”. El ciego fue y se lavó, entonces al volver ya veía.
8 Sus vecinos y los que lo habían visto pedir limosna decían: “¿No es este el que se sienta a mendigar?” 9 Unos aseguraban: “Sí, es él”. Otros decían: “No es él, sino que se le parece”. Pero él insistía: “Soy yo”.
10 “¿Cómo entonces se te han abierto los ojos?” le preguntaron. 11 Y él respondió: “Ese hombre que se llama Jesús hizo un poco de barro, me lo untó en los ojos y me dijo: ‘Ve y lávate en Siloé’. Así que fui, me lavé y entonces pude ver”. 12 “¿Y dónde está ese hombre?” le preguntaron. “No lo sé”, respondió.
Este hombre de la historia jamás había visto un amanecer ni un atardece. No conocía a sus padres físicamente. No se había visto sus manos ni sus pies. Él no era de los que perdieron la vista por alguna enfermedad. ¡Él nació ciego!
Nosotros los cristianos nacidos de nuevo y que vivimos para el Reino de Cristo reconocemos a nuestro Maestro en diversas facetas. Jesús libertando al Gadareno, sanando al Siervo del Centurión, sanando la suegra de Pedro, calmando la tempestad, sanando a un paralítico, ordenándole a Lázaro que saliera de la tumba. Y de todas esas escenas capaz que somos capaces de hacernos la pintura en la cabeza, pero de Jesús escupiendo en la tierra, haciendo barro y poniéndolo en los ojos jamás nos hicimos la pintura.
Jesús utilizó una forma de sanar tan rara: escupió, hizo barro y lo untó en lo ojos del ciego y le envió a lavar al estanque de Siloé.
Llegó al agua, se enjuagó y para este ciego esa sensación de felicidad debe haber sido hermosa. Se separaron las tinieblas de luz y se hizo la luz. Sus ojos vírgenes comenzaron a divisar gente, árboles, caminos, flores, el azul del cielo etc. Cuando regresó mirándose las manos y los pies pudo decir: “Yo era ciego pero ahora veo la luz”. Lo que Jesús hizo a aquel ciego, lo quiere repetir diariamente con nosotros.
Muchos de nosotros aún estamos ciegos:
1. Estamos ciegos a los propósitos de la vida. ¿Para que fuimos creados? Para ser un siervo del Señor, para vivir en comunión y para adorarle con todo lo que hacemos.
2. Estamos ciegos a las promesas de vida eterna. El Señor nos ha prometido vida eterna, pero tenemos la potestad de decidir dónde quiere pasarla—en el infierno o en el cielo.
3. Estamos ciegos al Proveedor de vida. Es imposible que vivamos sin reconocer la obra redentora de Jesús en nuestra vida y sin disfrutar la vida abundante que Él tiene para nosotros.
En esta historia vemos la conversación de Jesús con el ciego hasta que lo reconoce como Salvador de Su vida. Eso es exactamente lo que Jesús vino a hacer en cada uno de nosotros.
Jesús tiene que pasar por nuestro camino, tiene que notar nuestra ceguera y hacer barro y ponernos en los ojos. ¿Y porque usaría barro? Este milagro es un milagro constructivo. Recuerda en el Edén como fue que Dios creó a Adán de la tierra. No había nada e hizo un hombre, y así hizo Jesús con el ciego. No había nada y le dio ojos. Y es muy interesante que antes de hacer el lodo Jesús dice: Mientras esté yo en el mundo, luz soy del mundo” (Juan 9:5). Al devolverle la vida que le devolvió a este hombre luz. Este hombre vivía en obscuridad y recobró la luz.
A veces somos tan duros unos con otros, nuestra poca visión nos hace juzgarnos y desgarrarnos unos a otros. Enfoquemos nuestra mirada en el gran amor que nos ha dado el Padre al hacernos Sus hijos. Reconozcamos que Su mano poderosa esta sobre nosotros. La voluntad de Dios cuando nos acercamos a Él en arrepentimiento es devolvernos la vista espiritual. Cuando su vista espiritual se arregla es como cuando alguien que no puede ver bien decide a usar lentes. ¡Empieza a ver lo que antes no veía!
Medite qué cosas usted hace que le hacen parecer un ciego — su vocabulario, su egoísmo, su falta de dedicación, su falta de seriedad, su inseguridad, su deseo de siempre sacar ventaja del gobierno o de su familia, su falta de fe y confianza. Cuando la luz entra a su casa por la ventana a las 6am, alumbra todo. Se ve hasta el último polvito que tiene encima de los marcos de fotos.
Si usted dejó que Cristo le recobrara la vista de sus ojos espirituales, ¿porque la luz no ha llegado a todos los rincones de su ser? ¿Cómo es que todavía hay cosas obscuras y sucias? Yo sé que todos llevamos diferentes tiempos; vamos a pasos diferentes. Pero mientras más usted se entregue, más rápido será limpio. No le eche la culpa al tiempo sino a la disposición que usted tiene para que la luz entre a su vida.
Levante los tapetes del pasado, los marcos de recuerdos. Mueva los sillones de la comodidad, ruede las cortinas de la falsedad y el vinil de los desprecios y deje que Dios le limpie su boca y su corazón.
Jesús quiere poder dirigir cada uno de tus pasos. Tu visión 20/20 le es muy importante a Jesús. Si usted se dispone en las manos del Señor Jesús, hará lo que sea necesario, hasta escupir y hacer lodo en tierra para aclararle y que usted vea con la vista de Dios.